domingo, 9 de septiembre de 2007

Ámbar de Domingos



Rúben Macaglione dice...
"El conocía bien ese fastidio que lo fatigaba a la altura de la frente, en el entrecejo. Se cansaba de todo y también de nada. Le era fácil confundirse entre tanto murmullo.

No estaba seguro de nada más que de su propia inseguridad. Lo acosaba.
Tanto enojo entrecortaba la respiración.
¿Recuerdas cuando eras joven? Cantaba la canción.
Brillabas como el Sol, afirmaba.

Me gustaría verte fuera de contexto alguno, en ningún momento de nuestras vidas, flotar como las hojas flotan cuando el viento las lleva a ningún lugar, pero solo esperaría verte sonreír.

Olvidar quién fui para desconocer lo que soy. Siempre esperando por algo un poco mejor.
Distraída sos tan inexplicable, que para qué hacer el esfuerzo, mirá.

Si me dicen que nadie posee nada, eso no me conforma, ni me basta. Yo quiero ser quién deslumbrado conoce cada pulgada de lo que encarnas, seas lo que seas.
Fruto de un árbol, encanto de los dioses, campanita de Peter Pan, o ser humano de la tierra.

A la naturaleza culpo entonces de mi imperfección, ¿a quien mas sino?
Si la vida fuera un pedazo de algo ya te lo ofrecí en cada mirada a los ojos sin pestañear.

¿Y esta inquietud? ¿este hormigueo?
Se han escrito canciones para vos, se han levantado gigantescos imperios, derribado muros, escrito poemas, ganado y perdido batallas…
Nada me deja en paz cuando se trata de vos."